En un contexto organizacional cada vez más competitivo y desafiante, las empresas suelen embarcarse en la creación de soluciones que prometen mayores retornos de inversión o beneficios. Sin embargo, a menudo las organizaciones pierden de vista una de las preguntas más fundamentales: ¿Para qué hacemos lo que hacemos? Esta desconexión entre el propósito organizacional y la ejecución diaria puede llevar a ineficiencias, pérdida de competitividad y, en última instancia, a la quiebra del negocio. Por ello, es crucial que los líderes y sus equipos reconozcan la importancia de alinear constantemente su trabajo con los objetivos de negocio.
A menudo, los equipos trabajan en tareas y proyectos sin comprender plenamente cómo contribuyen al éxito global de la organización. Esta desconexión puede resultar en proyectos sin impacto real, retrabajo, o peor aún, en la creación de productos o servicios que no cumplen con las expectativas del cliente. El resultado: desperdicio de tiempo y recursos, qué podría haberse evitado con una visión clara del propósito desde el principio.
¿Cómo redefinir el enfoque en valor? ¿Cómo podemos evitar este desalineamiento, especialmente en economías empresariales cada vez más ajustadas? Una gestión enfocada en el valor puede generar un cambio de paradigma en la evolución de tu organización. Te comparto una lista de los principales temas para mejorar:
- Definición de valor actual: El primer paso para una gestión enfocada en valor es definir qué es valioso para la empresa en el momento presente. Esto puede incluir métricas como el aumento de la rentabilidad, la satisfacción del cliente o la innovación en productos.
- Validación de hipótesis de negocio: A partir de las oportunidades identificadas, fondea hipótesis que puedas validar rápidamente, asegurando que cada inversión esté alineada con resultados concretos y medibles.
- Conformar equipos de alto desempeño: Promueve la creación de equipos multifuncionales que puedan ajustarse dinámicamente para abordar problemas y oportunidades emergentes.
- Medición continua y ajuste: Establecer conversaciones frecuentes sobre métricas claras qué reflejen los resultados de negocio que se buscan impactar, es esencial para mantenerse en el camino correcto. Fomenta una comunicación fluida y transparente a todos los niveles de la organización, inspecciona regularmente el progreso, realiza ajustes cuando sea necesario y, sobre todo, asegura una revisión constante de los objetivos comprometidos.
Cuando los equipos entienden claramente como su trabajo contribuye al propósito organizacional, no solo aumenta la productividad, sino también la motivación y el compromiso. Esta alineación genera una cultura donde cada miembro se siente parte de algo más grande y tiene un sentido de pertenencia y propósito que va más allá de cumplir con tareas operativas.
La pregunta "¿para qué hacemos lo que hacemos?" no es algo que se responda una sola vez. Es un ejercicio continuo de reflexión y ajuste que debe estar en el corazón de cada decisión empresarial. En un mundo en constante cambio, las organizaciones que se mantienen alineadas con su propósito y enfocadas en el valor son las que lograrán no solo sobrevivir, sino prosperar sin importar lo que depare el futuro.
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